El temible y furioso carácter de Ogún, el guerrero





Hoy es lunes, día consagrado a Exú y a Ogún u Ogum.

Voy a dedicar a este segundo una leyenda que habla de su fortísimo carácter cuando pisaba la tierra, antes de ser orixá.

 

Ogún fue el hijo mayor de Oduduá, el fundador del viejo reino de Ifé. Como el más enérgico de los hijos de Oduduá, se convirtió en regente del reino de Ifé cuando el rey quedó temporalmente ciego.

Ogún era un temible guerrero que luchaba sin cesar contra los reinos vecinos. De esas expediciones, él traía siempre un rico botín y numerosos esclavos: entre otros lugares que saqueó, arrasó la ciudad de Ará y se apoderó de la ciudad de Irê, dejó en el trono a un hijo suyo y regresó a su país con el título de Oníìré, es decir, rey de Irê.

 

No se sabe por qué, pero Ogún nunca llevó la típica corona de la nación yoruba, hecha con cuentas de vidrio y canutillos que ocultan parcialmente el rostro. Él usó una diadema llamada akoró, de ahí que haya pervivido como saludo tanto Ogún Oníìré y Ogún Aláàkòró.

 

Tras muchos años, decidió volver a Irê pero coincidió que ese preciso día se celebraba cierta ceremonia religiosa por la que los habitantes no podían hablar bajo ningún concepto. Estaba prohibido. Ogún tenía hambre y sed, trató de beber de unas vasijas pero estaban vacías, nadie lo ayudó ni respondió a sus preguntas. Tampoco lo conocía la mayoría, pues había pasado mucho tiempo de su incursión militar.

 

La paciencia no es una de las virtudes de Ogún, que acabó enfureciéndose ante el silencio general, que se tomó como una ofensa. Sacó su machete y comenzó a destrozar vasijas para pasar luego a la gente. Mató a varios hasta que apareció su hijo, que le ofreció sus comidas predilectas y vasijas de vino de palma. Mientras saciaba su hambre y su sed, los habitantes de Irê cantaban loores.

 

Satisfecho y calmado, Ogún lamentó sus actos de violencia y declaró que ya había vivido mucho. Bajó la punta de su sable en dirección al suelo y desapareció por la tierra adentro con un estruendo ensordecedor. Antes de desaparecer, pronunció unas palabras. Y fue un regalo para los guerreros:

 

Quien pronuncie esas palabras durante una batalla, el temible guerrero Ogún se le aparecerá inmediatamente en su auxilio.


AXE


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