Xangó y Oyá, cuestión de temperamento
Xangó solo tiene pánico a los muertos. No verás a un hijo de Xangó entrando en un cementerio si no es por obligación. Y eso le supone un fuerte problema con su temperamental primera esposa, ya que ella es la orixá que rige sobre el mundo de los muertos y suele representársela a la entrada del camposanto. El punto flaco de Oyá es, en cambio, el ciervo. Sus astas la sacan de quicio.
Así, cuando surge entre ellos una disputa fuerte –como sabéis, los orixás son muy poderosos pero también muy humanos en sus reacciones– Oyá le muestra una cabeza de muerto a Xangó y él le responde amenazándola con la cabeza astada de un venado.
Llegados a este punto puede pasar cualquier cosa, incluso estallar el cielo: cuando en Brasil comienza una tormenta de las que realmente asustan, en los terreiros de Bahía saben qué ocurre: “Ya se están peleando Oyá y Xangó”.
En el medio de una tormenta ambos están muy igualados, ya que Xangó es dueño del trueno y ella, de las tempestades. En la región africana de Dahomey, Oyá domina con poder absoluto los fenómenos atmosféricos.
Si queréis pedirle algo, hacedle esta ofrenda, un plato muy típico que a ella le encanta. Se trata de una masa elaborada con cebolla, harina, camarones, judías pintas (déjala en remojo una noche y luego pélalas), pimienta, aceite de dengue y sal que luego freirás en la sartén. En Bahía le llaman “bolinhos”. También le gusta la fruta.
Ponlo todo en una bandeja (si te resulta complicado hacer esos bolinhos, bastará con la fruta) y enciende una vela en su honor pidiéndole lo que desees.
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