La paciencia de Oxalufán
Oxalufán es el antiguo Oxalá.
El más grande de los orixás tiene dos versiones: el joven es Oxaguiá y el venerable, Oxalufán. Hoy os hablaré de este segundo.
Simboliza el principio de la creación, el blanco, la luz, el
espacio donde todo puede ser creado, pero también la paz, la armonía, la
sabiduría.
Oxalufán camina despacio con su bastón ceremonial, símbolo de la
conexión que ha establecido entre Orun (cielo) y Ayê (tierra). Es el gran padre
yoruba, considerado como la bondad de los hombres. Su saludo es "Epa babá".
Para que veáis si tiene paciencia, os contaré una vieja
leyenda de cierto encuentro con el travieso Exú:
Oxalá quiso un día ir a visitar a Xangó. Para saber cómo le
iría en el viaje, acudió a Orunmilá, de grandes dotes adivinatorias. Sin
embargo, le dijo que la cosa no pintaba bien.
Si aun así decidía emprender
viaje, le recomendó vestir de blanco por completo y que no se manchara bajo
ningún concepto. También que no hablase hasta encontrarse con Xangó.
A Exú le encanta meterse con los otros orixás, incluso con
el gran Oxalá. Le salió al camino y le pidió ayuda para llevar un pesado saco
de carbón. Oxalá/Oxalufán no respondió pero accedió a ayudarle. Cogió en brazos
el saco y este se rasgó poniéndolo perdido. Exú salió corriendo mondándose de
risa. Nuestro protagonista tuvo que ir al río para asearse y continuar camino.
Sucio y cansado, Oxalufán sigue su camino cuando ve al ejército de Xangó acercándose a él, una señal de que estaba muy cerca de su destino. Sin embargo, Oxalufán fue arrestado al confundirlo con un maleante.
Como no podía hablar hasta llegar
a presencia del rey Xangó, se dejó apresar. Y como los ladrones y maleantes no
son presentados al rey, terminó en el calabozo.
No es bueno encerrar a alguien tan importante como Oxalá. El
reino de Xangó empezó a caer en decadencia: malas cosechas, muerte del ganado,
gente enferma… Xangó consultó con un babalorixá (el grado máximo de pae de
santo) y este le contó que la culpa era de su justicia. Así, Xangó decidió
revisar todo lo que había hecho últimamente y dio en visitar a los prisioneros.
Cuando encontró al padre Oxalufán allí encerrado, casi enloquece.
Lo sacó de prisión, lo cargó a asu espalda y lo llevó a
palacio para asearlo y vestirlo con las ropas más blancas que pudo encontrar.
Después dio una fiesta tan grande que hay llegado a nuestros días: la ceremonia
de Candomblé llamada ‘Aguas de Oxalá’.
AXE
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