Ritual de salud en estos días tan difíciles




Hoy os voy a dar un pequeño ritual para hacer una limpieza de salud, tan necesario en estos días difíciles que nos toca vivir. Nos va a ayudar Omolú

El miércoles es un día en el que Xangó predomina sobre los demás orixás, así que es bueno que le pidáis permiso y su visto bueno para dedicar vuestras oraciones a Omolú.

Como sabéis, Omolú es el médico del cielo en el panteón Yoruba. Él mismo sufrió una terrible enfermedad de muy pequeño, la lepra, y una vez que Yemanjá lo curó, se convirtió en el mejor aliado para luchar contra las enfermedades infecciosas. Por eso tan importante recurrir a él.

Para este ritual solo necesitaréis cuatro huevos, un palito de madera y un par de recipientes. Eso sí, conviene que os ayude alguien: tu marido o esposa, alguno de tus hijos, tu compañero/a de piso… Si vivís solos, qué remedio, actuad sobre vosotros mismos con mucha concentración. Vamos allá:


Está prohibido vestir de negro para hacer este ritual y en la medida de lo posible, debes estar al aire libre: balcón, terraza, patio… Si no tienes acceso a nada de esto, pégate lo que puedas a la ventana.

Tomas el primero de los huevos (entero, tal cual) y lo acercas a la cabeza de la persona. Te concentras y lo vas bajando suavemente por su cuerpo, rozándole y pidiéndole a Omolú que lo proteja, que cuide de su salud y que no permita que se contagie. 
Desde la cabeza, cubres torso, brazos, piernas y pies. Luego, la persona se gira y haces lo mismo por la espalda. La otra persona tiene que estar muy concentrada durante todo el proceso. Y creyendo. Tenemos que usar la fe.

Al terminar, cascas el huevo y lo echas en un bol. Coges un palito de madera y pinchas la yema. La rompes y agitas un poco. No digo batir el huevo, solo abrir bien la yema. 
¿Qué te puede servir? El de una brocheta o pinchito es ideal; si no, usa un tenedor de esos grandes de madera o el mango de cualquier utensilio de madera que tengas en la cocina. 

Si al romper la yema sale algo oscuro, llámame. No tiene porqué salir, desde luego, pero si ocurre, llámame.

Coges el siguiente huevo y repites el proceso. Lo pasas por el cuerpo del mismo modo y también rompes la yema y la observas. Así hasta hacerlo con los cuatro huevos. 

Al terminar, echas todo en un frasco de cristal y cuando tengas que salir a comprar comida o pasear a tu perro, lo despachas con disimulo en el jardín o parque más cercano. No lo entierres, basta echarlo entre las plantas, sobre el césped o al pie un árbol. Te das la vuelta y regresas a casa.

AXE 



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