Xangó: justicia, piedras y rayos
Xangó es, como sabéis, quizá el más famoso de los orixás lo
que no significa que esté por encima de los principales y desde luego, no sobre
Oxalá. Su fama se debe a que es muy respetado pero también temido, es viril y puede
llegar a ser violento, sin embargo, también justiciero.
Fijaos si su nombre invoca respeto, que en algunas regiones
de Brasil, como Pernambuco y Alagoas, muchos llaman la fe de Xangó al
Candomblé. La razón es el origen geográfico de los esclavos que fueron llevados
a aquellas latitudes. Históricamente, Xangó fue un rey (de la antigua ciudad de
Oyó) y hubo de acostumbrarse a las tareas de la administración, el poder y la
justicia, representando la autoridad. Oyó se situaba en el suroeste de la
actual Nigeria en África.
El orixá del trueno y del rayo actúa siempre contra la
injusticia. Decide sobre el bien y el mal, inspira aprobación indiscutida en
sus decisiones, pues posee una rectitud inquebrantable. Es patrón de
escritores, jueces, administradores y líderes. A veces se le representa sentado
en lo alto de una escarpada roca con un libro abierto a un lado y un león en
los pies.
Su conexión con la energía de la tierra y del cielo es
intensa: hace que los volcanes entren en erupción y expresa la ira de Olorum
(la fuerza creadora). Decían antiguamente que Xangó creaba las tormentas con
relámpagos lanzando “piedras del trueno” a la tierra. Así, los sacerdotes iban
al lugar donde había caído un rayo para intentar encontrar la piedra lanzada
por Xangó. Se cree que estas piedras tenían poderes especiales, y eran guardadas
en templos dedicados al orixá.
Cuando retumban el trueno y el relámpago, el
poder de Xangó se percibe por todas partes.
Axé
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