Xangó y Oxalá: así resolvieron una relación difícil
Xangó es el orixá más temido pero también más adorado en la descendencia de la nación Yoruba. No se le discute. Su palabra es definitiva. Sus hijos deben ser valientes porque él repudia a los cobardes y traidores. Encarna la belleza masculina y es dueño del fuego, señor del trueno y del rayo, dios de la guerra, la danza y la música.
Cuenta la historia que Xangó era un hijo muy rebelde. Salía al mundo haciendo la guerra y molestaba a todos; el gran pai Oxalá lo defendía de algún modo, ya que con todas sus ocupaciones no pudo criarlo debidamente. Pero internamente esperaba que aquella fuerza de la naturaleza lo reconociese y se sometiese a su autoridad.
En una ocasión, Xangó fue a casa de una mujer –era un poderoso amante– y dejó su caballo atado a la puerta. Oxalá y Oduduá pasaron ante la puerta, les gustó el animal y se lo llevaron. Cuando Xangó vio más tarde que su caballo no estaba, se enfureció mucho. Salió en busca de quien se lo había llevado.
No tardó en encontrar a los dos viejos orixás. Sin embargo, algo ocurrió en su interior que dominó su ira, se arrodilló y reconoció a Oxalá como su superior. El sabio Oxalá fue generoso: le pidió su collar característico de cuentas rojas, lo desarmó e incluyó cuentas blancas para que todos reconocieran no solo que era su hijo sino que le llenaba de orgullo.
AXE
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