De cómo Oxumaré aprendió a convertirse en serpiente







Ya sabéis quién es Oxumaré como orixá, sus cualidades y personalidad. Hoy os contaré una leyenda que explica su relación con la serpiente y el arco iris.



Oxumaré era un chico muy apuesto, envidiado y admirado tanto por ellos como por ellas. Sus ropas tenían todos los colores del arco iris y sus joyas, de oro y bronce, brillaban desde lejos. Tenía tanto éxito que pretendían seducirlo y casarse con él gentes de los dos sexos y cualquier condición social. Y es que Oxumaré es el único orixá andrógino, seis meses es hombre y otros seis meses es mujer, con lo que atesora lo mejor de ambos sexos.


Pero Oxumaré no mercadeaba con su atractivo. Al contario. Era muy reservado y prefería pasear a solas manteniendo su carisma intacto. Xangó, siendo rey de Oyó, lo vio un día de lejos, a él y a su atractiva envoltura y, como sabía que Oxumaré no permitía que se le acercase nadie, quiso capturarlo. Lo convocó para una reunión oficial en palacio y cuando Oxumarê entró en el salón del trono, los soldados de Xangó cerraron las puertas y ventanas. Estaba encerrado.



A solas con él, Xangó quiso domar a Oxumaré, atraparlo a la fuerza. El joven suplicó a Olorum, el creador de todos los orixás del panteón Yoruba. Justo cuando Xangó consiguió inmovilizarlo, Oxumaré se transformó en una serpiente, ante la que el rey se echó atrás sorprendido y asqueado. Rápidamente, la serpiente se escabulló por una grieta consiguiendo huir. Desde entonces, y ya como orixás, Xangó procura evitar a Oxumaré. 



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