Iroko, el árbol de la vida
Sabéis que hemos encontrado paralelismos entre orixás y
dioses de distintas religiones, así como de simbolismos mitológicos en todas
las culturas: Xangó y Thor, Ogún y Hefestos, Yemanjá representa el origen de la
vida en el mar, Oxumaré se representa con el ouroboros del esoterismo
egipcio... Pues hoy quiero haceros notar la similitud de nuestro Iroko con el
gran árbol Yggdrasil de la mitología nórdica.
Para los nórdicos, Yggdrasil era un fresno eterno en el
tiempo mientras que el orixá Iroko es el dueño del tiempo, representado por un
árbol enorme al que los candomblés –también nos llamamos así quienes seguimos
esta fe– rodean con un lazo blanco llamado “oja”. Si Yggdrasil comunica y
sostiene los nueve mundos de la mitología escandinava, Iroko o Yroko sostiene
nuestra presencia en esta vida.
Iroko es un árbol real, que se da en la región Yoruba
(Benín, Nigeria, Togo, Mali…) y que en Brasil pasa a ser la gameleira. Es un
símbolo muy respetado porque representa toda tu vida, desde que naces hasta que
mueres. Bajo ese árbol se despachan los trabajos dedicados a él pero
también a cualquier otro orixá.
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