Naná, la abuela de todos
Hoy lunes, con permiso de Exú, quiero hablaros de Naná.
Naná
es madre de Omolú y en la religión Yoruba se tiene como a la más antigua de las
mujeres. Su edad es incalculable, según nuestra fe. Pues bien, voy a daros otra
prueba de cuan cierto es el Candomblé.
Los últimos estudios antropológicos sobre
cultura africana hablan de que en lo que fue el viejo reino de Dahomey (hoy el
país se llama Benín) ya existía adoración a Naná antes de que llegase el pueblo
dahomeano, anterior a los yoruba, a aquellas tierras.
Estamos
hablando de mucho antes de Cristo, por supuesto, remontándonos incluso a la
Edad del Hierro. Algunos creen que la adoración a esa deidad es tan antigua como
a los propios Oxalá y Yemanjá.
¿Qué hicieron nuestros antecesores en la
religión? Lo mismo que otras culturas, por ejemplo, romanos con griegos, que
copiaron sus dioses uno a uno cambiando el nombre. Naná se incorporó al panteón
Yoruba pero no como fuerza creadora –el panteón Yoruba va bien provisto con
Olorum, Oxalá y Yemanjá– sino como la mujer más antigua de todas y que luego
pasó a ser orixá. Algo así como la Eva de la Biblia.
Si Yemanjá (la madre de todos) y Oxum (la fertilidad y la procreación) son responsables de la vida que va a nacer y posteriormente del cuidado de la misma, Naná realiza el camino inverso: conduce al terreno astral a las almas de los muertos, los arrulla y les da calor.
Ya
que Yemanjá y Oxum son madres, Naná, la más vieja, es abuela. Así, es dulce y
consentidora con los niños pero también puede ser obstinada y dura, recordando
que es la jefa de la familia, es decir, la matriarca.
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